«La tiranía es una planta que sólo arraiga en el estiércol de la corrupción. Es una ley histórica que no ha tropezado con una excepción. En un pueblo moral, la atmósfera de virtud seca esa planta al brotar. Ningún pueblo moral ha tenido tiranos y ninguno corrompido ha dejado de tenerlos.» (Juan Vázquez de Mella)
La corrupción sistémica actual es estructural. Está en la esencia misma del liberalismo y de la democracia, porque ya en sí mismos son una corrupción, entendida esta como desnaturalización del orden social y político, producto de la separación ideológica de política y moral (maquiavelismo), Iglesia y Estado (liberalismo) y en definitiva reflejo de la separación teológica luterana entre naturaleza y Gracia. Como fundamento del poder, la democracia es una subversión del orden natural y por lo tanto una corrupción esencial. El fundamento relativista radical del sistema liberal-democrático, que diluye el orden moral objetivo, el sustento religioso y difumina la misma distinción entre el bien y el mal, no puede sino generar la corrupción social generalizada. El profesor Francisco Canals Vidal definía la democracia como “la puesta en común del pecado original”. La democracia liberal con su relativismo e individualismo congénitos, corrompe los mismos conceptos de «bien común» y de «comunidad» destruyendo, no solo los frenos morales, sino incluso, los frenos materiales tradicionales a toda corrupción política, como el Juicio de Residencia y el Mandato Imperativo, propios del sistema tradicional, reemplazados por meras fiscalizaciones formales. A ello, hay que sumar la corrupción antropológica: la mentalidad capitalista y burguesa propia del régimen liberal, con su afán de lucro, lujo e interés particular, con sus vicios inherentes de orgullo y envidia social; ajenos al ethos de una sociedad tradicional fundamentada sobre el sacrificio y el servicio, generan la mentalidad propia de un sistema materialista, donde el mero individuo masa; Homo economicus; hedonista, consumista y nihilista al fin y al cabo, reina sin cortapisas sociales, políticas o culturales, enfangado en la pura demagogia. Es un sistema corrupto y corruptor en sí mismo y en esencia.
Sistema corrupto políticamente, porque la financiación y mantenimiento de las estructuras base del sistema democrático, los partidos políticos, con sus engranajes electorales para conseguir el poder, engullen cantidades desorbitadas de dinero que se pueden alimentar únicamente con la corrupción estructural de los partidos, sean de derechas o de izquierdas. El caso paradigmático de la Internacional Socialista es clarificador, con los líderes históricos de los diferentes partidos socialistas procesados por corrupción: Carlos Andrés Pérez (Venezuela) Vicepresidente de la Internacional Socialista (30 de enero de 1976-30 de enero de 1992) fue destituido como presidente y acusado por el delito de malversación de fondos públicos, se convirtió en el único presidente en ejercicio en la historia de Venezuela en ser juzgado y condenado por una acción judicial. Bettino Craxi (Italia) uno de los máximos exponentes del Partido Socialista Italiano (PSI). Fue primer ministro de Italia de 1983 a 1987; implicado en las tramas de corrupción, huyó en 1994 a Túnez, donde falleció unos años más tarde….o el caso español con Felipe González, con su interminable lista de casos de corrupción. El llamado caso Flick, solo fue un caso más, aunque sintomático de todo este ambiente sistémico. Fue una gran trama de corrupción orquestada por el empresario alemán Friedrich Karl Flick, que sobornó a políticos de todos los partidos políticos representados en el Bundestag (entonces la Unión Demócrata Cristiana de Alemania o CDU, la Unión Social Cristiana de Baviera o CSU, el Partido Socialdemócrata de Alemania o SPD y el Partido Democrático Libre o FDP), y a cambio recibió cuantiosos beneficios fiscales. El caso se extendió a España, ya que la Fundación Friedrich Ebert, próxima al SPD, destinó donaciones de Flick por valor 1 000 000 de marcos alemanes para financiar al PSOE. Corrupción institucional promovida por la propia internacional socialista, en sus diversas filiales, como medio de financiación. Redundante seria traer a colación los casos paralelos y semejantes en el ámbito de la derecha política. En España la lista de casos de corrupción ligados al Partido Popular son igualmente interminables. En Italia los casos de corrupción de la Democracia Cristiana llevó directamente a la desaparición del partido que había pilotado el proceso político italiano tras la II guerra mundial. Todo el engranaje de control político, caciquismo y clientelismo que conlleva la partidocracia, es decir el fenómeno por el cual los «órganos fundamentales del poder estatal» se convierten en meros ejecutores de las decisiones adoptadas en la esfera de los partidos, y en que las oligarquías partidistas asumen la soberanía efectiva y total en el marco de los sistemas parlamentarios, se sustenta en la corrupción. Una verdadera dictadura de las élites políticas, sustentada como toda dictadura, en la corrupción económica y de conciencias.
Los partidos son parásitos de los Estados, del cual viven vía subvención y robo. Los partidos políticos se han convertido, igualmente, en vehículo del modus vivendi del medro personal. Los militantes de esos partidos son en casi en su totalidad asalariados públicos de las diversas instituciones públicas gobernadas por ellos. El caso de Convergencia Democrática de Cataluña, en tiempos del corrupto Jordi Pujol, es apabullante en ese sentido, siendo la mayoría de sus afiliados funcionarios o colocados de la «Generalitat» y de los otros organismos dominados por el nacionalismo. Sobre CDC sólo recordar su peculiar forma institucional de financiarse a través del impuesto «democrático» del 3 %. Caso análogo encontraremos en el PNV, o en las otras comunidades gobernadas por los «negociados» de izquierdas o derechas. Partidos todos del Estado liberal, al cual parasitan, dividiendo y sangrando a la sociedad. Solo atentos a sus particulares intereses partidistas. Beneficio particular que es la sustancia de toda corrupción política según los filósofos clásicos.
El sistema democrático es igualmente corruptor porque promueve esa adhesión partidista como medio de medro personal y favorece un dominio total de la sociedad civil, la invade totalmente en sus organismos, vía nombramientos, subvenciones y tutela. Al destruir y sustituir los órganos naturales de la comunidad política: municipio libre, universidad libre, corporaciones etc, la oligarquía política, con su totalitario centralismo estatista de la vida pública, es un cáncer letal de soborno. Esta oligarquía política favorece la total corrupción, al invadir la soberanía política el ámbito de la soberanía social, destruyéndola de raíz, robando su independencia.
«La oligarquía presente es una burguesocracia en que todas las capas de la clase media se han constituido en empresa mercantil e industrial para la explotación de una mina, el pueblo, el país; es una tiranía y un despotismo de clase en contra y en perjuicio, no de las otras, porque ya no las hay, sino de la masa inorgánica, desagregada y atomística que aún sigue llamándose nación» (Enrique Gil Robles). «Los pueblos como los pescados empiezan a pudrirse por la cabeza» (proverbio chino)
Por último, su dependencia nuclear de los centros económicos financieros, con sus directrices de pensamiento único: aberrosexualismo, ideología de género, multiculturalismo, progresismo doctrinario…convierte a los partidos políticos parlamentarios en agentes de ingeniería social e imposición de la perversa ideología mundialista, desnaturalizadora de la condición humana. La legislación impuesta, a espaldas de la voluntad popular y la manipulación a través de la educación, los mass media y la cultura generada son causa directa de la corrupción social general, impuesta para aborregar y saquear a los pueblos. Destruidos todos los resortes religiosos, culturales y políticos civilizadores, únicamente queda la masa amorfa y atomizada del interés personal, individualista y egoísta producida por un sistema materialista corrupto y corruptor. Da nauseas ver luego a las plañideras mediáticas del sistema escandalizarse farisaicamente de los casos de corrupción periódicos, que como el reciente caso Koldo, saltan a la opinión pública sin solución de continuidad. “La burguesía oligárquica que usufructúa el país por medio del parlamento necesita tener montada corriente y expedita la máquina electoral que lo produce; y al efecto, los partidos en que la plutocracia burguesa se divide, para turnar en el poder explotador” (Enrique Gil Robles)
Donoso Cortés ya nos lo advertía, en una frase de una clarividencia atroz: «El principio electivo es de suyo cosa tan corruptora que todas las sociedades civiles, así antiguas como modernas, en que ha prevalecido han muerto gangrenadas»
El principio electivo es corrosivo en primer lugar porque divide la sociedad en banderías y facciones enfrentadas en la toma y control del Poder, lo que impide una verdadera unidad social. Estas diversas facciones en conflicto permanente necesitan una cantidad gigantesca de medios económicos para su misma existencia y para optar a los beneficios que conlleva la toma de poder: control de los medios de comunicación de masas, estructuras electorales etc. Para ello es menester contar con fuentes ingentes de financiación, con lo que la corrupción económica esta servida. Mantener lealtades y fidelidades en estas verdaderas mafias políticas no resulta para nada barato, máxime en unos partidos cada vez mas desideologizados, meros instrumentos de poder; porque la plutocracia reinante vacía de verdadero contenido político a esas estructuras, presa fácil de los grupos económicos mas poderosos. El poder queda reservado al dueño del Dinero. realmente el único que puede optar a la elección mediante un sufragio inorgánico universal, mediante intermediarios de paja, políticos mediocres que les sirven de cobertura. El propio sistema electivo, genera, por otra parte, el reino de la demagogia, el populismo y el engaño, la publicidad y la propaganda sustituyen a la verdad y al bien; no puede ser de otra manera. Lideres ineptos, serviles, ambiciosos, tienen en este campo todas las puertas abiertas; solo hay que observar el nivel cultural, personal y profesional de nuestros próceres actuales. Los raros casos de aparente disidencia, son meros engaños controlados para absorber el malestar a un sistema cada vez mas desacreditado y solo aumentan la demagogia reinante. Y siempre queda en ultima instancia el recurso al fraude electoral.
Fue Joseph de Maistre quien sostuvo “que cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”, luego, será un francés, André Malraux (1901-1976), quien lo modificó y dijo que no es que “los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. Y finalmente fue un santo Papa quien dijo que frente a esas sentencias conformistas, hay que sostener que los pueblos son lo que quieren sus gobernantes.
Siempre ha existido algún grado de corrupción política, debido a la condición del hombre; que no es el buen salvaje soñado por Rousseau. Por eso el sistema tradicional tenia institucionalizado el Juicio de Residencia, y el mandato imperativo, que servían de verdadero control de la corrupción. El problema es que en la actualidad es el propio sistema político, que si cree en el mito de Rousseau, quien genera un marco institucional propicio y abonado para la corrupción permanente. Ideas políticas falsas y erróneas y desfondamiento moral y religioso convergen en las democracias nihilistas modernas en este sentido.
En Italia el Partido Socialista y la Democracia Cristiana desaparecieron a causa de la corrupción absoluta en la que chapoteaban. En España PP y PSOE han alcanzado niveles muy altos en el mismo sentido. Pero no pasa nada; relevo de dirigentes, y aquí no ha pasado nada. Todo queda reducido a casos particulares descontextualizados, como si esos casos no fueran producto e hijos de unas estructuras y de un marco adecuado. Pero hay que salvar las siglas, por que los partidos son el fundamento del régimen imperante. Sin ser muy exhaustivo: los ERE del PSOE en Andalucía, corrupción absoluta, institucional y sistemática. los G.A.L del mismo PSOE, corrupción criminal. y una lista donde solo hay que recordar a Roldan para que nos venga a la mente toda una época o el escándalo del espionaje sistemático a todo bicho viviente del ministro Serra. Del PP, solo recordar el anuncio oficial de la venta de su sede en la calle Genova por Pablo Casado, por ser símbolo de la corrupción del partido…o la trama Gürtel,Andratx, caso Bankia, Bárcenas etc etc.