Francisco de Paula Romero y Palomeque, llamado Mil Hombres por su valor entre los valientes. Nació en Sevilla, sin embargo la mayor parte de su vida transcurrió en Hinojosa del Duque (Córdoba). Tercero y último hijo de los Condes de Monteagudo. A los 19 años inicia su carrera militar. En 1830 por privilegio especial de Fernando VII, es nombrado alférez de lanceros de la Guardia Real de Palacio.
En la revolución de 1834 defendió con ardor a los frailes de Atocha, cuando sólo contaba 22 años de edad y su actuación valiente salvó el Convento. La realidad de la persecución religiosa del liberalismo le induciría a dejarlo todo, y pasarse al Carlismo. Llegando a acompañar a Don Carlos en la Expedición Real. Ya está disponible en la España peninsular la nueva edición rioplatense del libro «Mil hombres» del P. Alberto Risco S.I. sobre el extraordinario héroe carlista: https://tiendacarlista.com/producto/mil-hombres

-Tu tienes algo, Manolín. Te veo triste hace días, -le dijo Romero, a quien jamás su amigo le había ocultado secreto en su vida.

-¿Yo? Te equivocas estoy satisfecho; tal vez, hasta contento.

– Pero, ¿qué es lo que máquinas, cabecita loca?

-Lo que maquinaba, querrás decir.

-Lo mismo me da; pero tienes que decírmelo. ¿Has hecho alguna diablura?

-He pedido la absoluta,- dijo con tono algo tristón Manolo; y al decirlo, poso con insistencia los ojos sobre la cara del Condesito, bañada por los claros fulgores de una luz del pasillo.

-¿La absoluta? Contestó el alférez, mirando a su amigo con una suma extrañeza, como si quisiera decirle. ¿Te has vuelto loco?

-Si, contestó con calma Manolo. Esta tarde me la entregaron.

Romero quedó un rato pensativo: ato cabos sueltos, y posando a su vez sus pupilas sobre la frente de su amigo, le dijo con viveza:

-Ah! Ya, ¿Te vas a las filas carlistas?

-Exacto. Mañana salgo para Burgos.

-Pero… ¿Qué epidemia es esa? Este es un contagio más dañino que el cólera!

-Pero fíjate en quiénes son los que se contagian.

-Ya los veo: todos mis amigos: pero… ¿Por qué te vas? ¿No tienes con Doña Isabel asegurado tu porvenir?

-No, Paco mio, no,- contestó su amigo, moviendo tristemente la cabeza, -Esto es una trampa; hay que salvar a España.

-Salvarla, ¿desertando?

-Desertando…¿De donde? Fíjate bien, Paco. No tenemos Rey. ¿Qué se yo quién es mi rey, cuando se ha estado jugando al quita y pon con la corona de Fernando VII?

Romero hizo una señal afirmativa; pero nada contestó.

-No tenemos patria, – siguió hablando Manolo,- porque la patria no es el terruño material donde vivimos; la patria son las leyes, los lazos de amor que nos unen y hermanan, son la paz, la seguridad, y esas virtudes que forman la patria, han huido hace tiempo de esta tierra egoísta.

Romero quiso contestarle; pero Manolo le hizo una señal con la mano:

-Espera, déjame concluir a mi. No tenemos Dios. Dios! Dios! ¿Donde encontrar a mi Dios? Mi Dios se ha ido al norte de España!

-Aqui también está, Manolo. No seas tan pesimista.

-Ya sé que Dios está en todas partes: pero… allí se le adora: aquí se le odia.

-No sé por qué. Yo le rezo en Madrid lo mismo que tú le rezaras entre los barrancos de Somorrostro o las vertientes del Gorbea.

(…) -Tienes razón: adorale tú en Madrid por los que le aborrecen: que yo voy a adorarle entre los riscos del Gorbea con los que le aman. (…)

-Tu tienes vocación de mártir: ¿Verdad? Pronto verás a lo que os prepara la corona!

-Pero tú crees que..

-Creo…yo tengo por cierto, que las Logias de Madrid os preparan días de sangre. (…)

Al día siguiente, Manolo Toledo desaparecía de Madrid, con un disfraz de calesero y guiando una calesa, que debía de dejar en Burgos, para tomar allí el camino de las primeras avanzadas carlistas.

Al apretar la mano de su amigo, le dijo con tono de verdadera persuasión:

-Adiós, Paco, voy a respirar la religión de mis padres, entre los olorosos castañales de Vizcaya. ¿Hasta cuándo nos volvamos a ver?

-Hasta que vea claro que Dios no está en Madrid , o en él se le persigue.

Manolo apretó más fuerte la mano de su amigo, como su aquellas palabras acabasen de estrechar mucho más su amistad, y le dijo sonriendo, mientras alzaba la tralla y hacía sonar alegremente los cascabeles de las mulas:

– Hasta pronto: ya nos veremos entre los peñascos de Somorrostro.

– O las cañas de Gorbea,- contestó Paco saludando con la mano.

El 10 de Julio tenía lugar la despedida: el 18 presenciaba el degüello de los frailes y veía a su Dios injuriado alevosamente por la Masonería.

Las palabras de su mejor amigo no eran reflexiones pesimistas. Su Dios estaba en las montañas de Vizcaya.

A los pocos días del trágico suceso. Romero había tomado una decisión. El ambiente madrileño le olía a sangre; las iglesias le recordaban los sucesos acaecidos; hasta las mismas piedras de la calle, le parecía quedaban gritos pidiendo justicia y venganza. Era preciso concluir de una vez: pedir la absoluta, cortar por el tallo su naciente carrera militar, cargada de ilusiones patrióticas y llena de amor hacia el cumplimiento más exacto de la ordenanza militar.

LAS GLORIAS DEL BRIGADIER ROMERO. M. LOURDES DELGADO BLANCO

2 comentarios

  1. La hija del «Condesito» como también se conoce a MIL HOMBRES, Jacinta Romero Balmaseda (1861-1910) fue religiosa de la Orden Concepcionista, abadesa del Convento de Hinojosa del Duque, con el nombre de Madre Teresa de Jesús Romero, es venerable y con causa abierta de beatificación. Otro hijo, al enviudar se hizo sacerdote. Familia católica de pro. También hay que destacar que Francisco Romero, Mil hombres, no puso su firma en el Convenio de Vergara (la traición de Vergara). En la actualidad hay en Hinojosa del Duque (Córdoba), en la casa que le perteneció, un restaurante conocido con el nombre de Mesón Brigadier El Condesito.

    1. También nuestro héroe Francisco Romero Palomeque, tiene una calle, calle Brigadier Romero, en Hinojosa del Duque.

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